El final del verano y el comienzo de la mitad oscura del año, el momento de agradecer a la tierra por sus frutos y prepararse para el invierno, un tiempo fuera del tiempo, el de acercar a los muertos y a los vivos, el de honrar a nuestros ancestros, el de cerrar ciclos y renacer, el de mirar hacia adentro, el de dar paso a aquello que quieres sembrar en ti, porque la oscuridad no es ausencia de luz, sino lugar donde todo comienza otra vez.
El momento de jugar con las calabazas, con la oscuridad y los miedos… «noche negra» o «noche de almas».
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